sábado, 29 de noviembre de 2008

Héroes convocados


¿Qué tienen en común Sandokan y los tigres de Malasia, Dartagnan y los Tres Mosqueteros, Old Shatterhand y Winnetou, los Mau-Mau, Sherlock Holmes y el sabueso de los Baskerville, Wyatt Earp y Doc Holliday?
Todos son personajes de novelas de aventuras, es cierto, pero además de eso, los une su deseo de colaborar con un ex activista estudiantil mexicano para que se haga justicia y se esclarezca el genocidio cometido hace cuarenta años en la plaza de Tlatelolco.
Al menos así sucede en Héroes convocados (Manual para la toma del poder), obra teatral basada en la novela homónima de Paco Ignacio Taibo II, adaptada y dirigida por Felipe Galván, que se entrenó el 1 de octubre en el Teatro Benito Juárez de la ciudad de México y que próximamente será presentada en la ciudad de Puebla.
La puesta en escena tiene como columna vertebral el ¿alucine? de Nestor Roca, un ex activista estudiantil sesentaiochero que en plena convalecencia ¾después de haber sido apuñalado por un asesino serial al que persigue en su labor de reportero¾, convoca a sus héroes literarios para que lo ayuden a consumar su venganza contra el régimen de Díaz Ordaz.
Se trata de un ejercicio en el que la literatura, y ahora el teatro, se enfrenta al poder. Donde el espectador puede saber qué pasaría si contara con héroes, como los creados por Salgari, Conan Doyle o Dumas, para defenderlo de los abusos cometidos por quienes detentan la autoridad.
En medio de esta historia están los relatos, convertidos en monólogos, de personajes cercanos al protagonista, quienes narran sus experiencias en el movimiento desde distintas perspectivas: estudiantes, académicos, guerrilleros, dirigentes obreros..., todos ellos comprometidos con el cambio social en México, un cambio que a cuarenta años no ha sido posible.
¿Qué pasó?, reflexiona uno de los personajes, “éramos unos escuincles babosos y eso nos dio unos güevotes”, dice, y relata manera en que como estudiantes se enfrentaban a los granaderos al grado de tomar las granadas con la mano y aventarlas de regreso, sin embargo, cuando llegaron los de la Brigada Blanca y los del Batallón Olimpia, montando tanquetas militares en lugar de caballos, “aquellos güevotes se nos hicieron asunto de palomitas”.
La represión acabó con el valor de los activistas, no de todos, pero sí de la mayoría, por eso era necesario convocar a los héroes, para darles a los militares responsables de la matanza un escarmiento, al menos en la ficción. También hacía falta la perspicacia y el poder analítico de Sherlock Holmes para descubrir a quienes fraguaron la muerte de toda una generación, o al menos el asesinato impune de su conciencia crítica.
Al finalizar la función de estreno, Paco Ignacio Taibo II, que se encontraba entre los asistentes, dijo que la reflexión obligada es que “la fiesta no ha terminado”, porque los motivos de aquella lucha siguen siendo vigentes, ya que ahora hay más presos políticos que entonces, el autoritarismo criminal sobrevive y vivimos en la lógica del fraude electoral, “si los motivos sobreviven hay que seguir luchando”.