lunes, 26 de abril de 2010

No me preguntes como pasa el tiempo: Entrevista a José Emilio Pacheco*


A principios de los años ochenta, en la contraportada de la revista Sábado, apareció un poema de José Emilio Pacheco titulado “Por qué no doy entrevistas”, a más de dos décadas, dice el autor de Las batallas en el desierto, “la vida me refuta”, y accede a hablar sobre su poesía, a la que sigue considerando como lanzar una botella al mar, “no sabes si se va a perder o la va a recoger alguien”.
En cuanto a las entrevistas, insiste: “en mis tiempos ser escritor consistía en escribir, no era dar conferencias; no sé dar entrevistas ni tampoco sé leer en voz alta; no es que me esté haciendo o que quiera quedar bien; es una cosa totalmente nueva para mí y que nunca voy a aprender. Es como hablar un idioma”.

Vocación del poeta
Cuando se le pregunta “¿por qué escribir poesía?”, el también narrador no vacila la respuesta: “porque tienes una vocación ―afirma―, no puedes tener un plan concreto; yo no pienso en escribir poesía para generar premios o para que me estén entrevistando, eso es imposible, y si lo haces no te sale, no te sale”.
Señala que aunque la literatura de alguna manera registra los cambios que ocurren en el mundo, “no es una cosa tan deliberada. Yo no me puedo levantar ahora y decir: ‘Voy a escribir esta tarde un poema sobre la situación de México en julio de 2006’. Tiene que ser mucho más espontáneo”.

La política y el amor
“La poesía puede ser lo que tú quieras ―indica―, lo que te salga. Lo que yo no te puedo imponer es que escribas un poema político o que no escribas poemas políticos. La mayoría de los poemas políticos son muy malos, de acuerdo, pero también son muy malos la mayoría de los poemas de amor ―ríe―; entonces, a nadie le puedes prohibir que escriba poemas de amor.”
Se trata, dice “de instantes diferentes y, además, dependen del talento del autor, pero también dependen de la suerte. Es como lo de la inspiración. Es evidente que no existe la inspiración, pero es evidente también que, a veces, salen bien unas cosas y otras no”.

Premios por añadidura
A pesar de que José Emilio Pacheco no se haya propuesto deliberadamente obtener el reconocimiento por su trabajo literario, este ha llegado por añadidura; y su nombre puede leerse entre quienes han obtenido premios tales como el Xavier Villaurrutia por libro publicado, el Malcolm Lowry para trayectoria en el campo del ensayo y el premio José Asunción Silva al mejor libro de poemas en español publicado, por mencionar algunos.
Apenas el año pasado recibió en España el Federico García Lorca; “lo agradable del premio ―comenta―, en un momento de desconfianza universal sobre los premios, es decir: el premio me lo da un jurado y el año próximo yo soy jurado y se lo doy al que me premió; la maravilla del premio Lorca es que me propuso una sociedad de jóvenes poetas de la Universidad de Granada que yo no conocía, y me lo dieron gente que no conozco, así que no hubo ninguna posibilidad de corrupción”.

Explosión literaria
El autor de "No me preguntes cómo pasa el tiempo", llegó a Puebla el pasado martes, y una de sus primeras actividades en esta ciudad fue adquirir libros de las editoriales locales para darse una idea de lo que se está escribiendo en la entidad, lo que muestra su interés por lo que pasa en la literatura nacional más allá del centralismo impuesto por el Distrito Federal.
En este sentido, el autor de Los elementos de la noche, dice sobre la literatura mexicana contemporánea: “Yo lo que veo es una explosión de actividad literaria en todas partes” algo que “contrasta mucho con la situación económica y social del país”; se trata además de una actividad literaria de “gran calidad”, asevera.

Falta de comunicación
“El problema”, señala “no es tanto de apoyo como de distribución, que lleguen las cosas al público”, es por ello que en México “es difícil” darse cuenta de lo que está pasando en la literatura en todo el país “porque no hay comunicación; y eso en ciudades importantes: Puebla, Guadalajara, Monterrey; un libro de Guadalajara no llega a Monterrey”.
Señaló que “dentro del país ocurre lo que entre todos los países hispanoamericanos, no hay circulación entre ellos. Para que algo se difunda en todas partes necesita venir de España” y agregó que sucede “una cosa muy extraña: hace más de un siglo, a fines del siglo XIX que las comunicaciones eran verdaderamente imposibles, había una comunicación entre los poetas centroamericanos que no existe ni siquiera ahora en la época de internet” y esto gracias a los suplementos y las revistas literarias.

Falta crítica literaria
Para José Emilio Pacheco los suplementos literarios cumplen “una función importantísima, yo trabajé toda mi vida en suplementos literarios, entonces me parece un drama ahora que desaparecen los suplementos, y en cambio lo que abundan son estas revistas verdaderamente obscenas de gente riquísima que exhibe su poder, eso me parece muy irresponsable”.
El también ensayista considera “terrible” que “todos los jóvenes, y también gente mayor, los mismos escritores del Crack, Pedro Ángel Palou; no tienen reseñas, no hay quien reseñe los libros, hay miles de entrevistas, y es que la entrevista ha sustituido la reseña, nosotros a los 18 años cuando sacábamos un libro, teníamos ocho reseñas, a favor o en contra, pero se reseñaba, y si no hay reseña menos crítica. O hay crítica que tiene su razón de ser, yo no estoy en contra de la reseña universitaria, pero es una crítica que se queda dentro de la universidad, no llega al público”.

Fuera de mercado
Cuando se le pregunta si hay lectores para la poesía responde: “Nunca ha habido, es un mito que antes era una situación ideal para los poetas, en la época de Leopoldo Lugones y de Rubén Darío, los grandes libros que hoy son clásicos, eran (ediciones de) 500 ejemplares”.
“Por donde deberíamos comenzar ―dice― es porque la poesía es la única de las artes que está fuera de mercado, porque cómo vamos a poner, ya no digamos al Código da Vinci, a Dan Brown frente a cualquier novelista mexicano, no puedes juzgar con ese criterio, porque entonces no publicas ningún libro que no garantice ese éxito de público.”
Otro de los mitos, asevera, es que los poetas escriben para ser leídos por los otros poetas: “si cada poeta mexicano leyera a los poetas mexicanos, cualquier libro sería un best seller, por lo menos 15 mil ejemplares”.

La poesía se recuerda
La única ventaja de la poesía sobre los otros géneros, es que la poesía se recuerda: “Yo tengo ahora algo que a lo mejor parece muy reaccionario, muy de viejito, que es una defensa del verso, pero oye por qué: me encontré ahora, en un libro que compré ayer, el conflicto de la universidad de Puebla visto en la revista Siempre!, entonces lo ponen en prosa y no se dan cuenta que es verso; no recuerdan que el verso tiene un sentido, que el verso es memorable, por eso los refranes están en verso para ser recordados: No por mucho madrugar amanece más temprano; camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Si tú quitas un elemento de eso, se te borran”.
José Emilio Pacheco estuvo en Puebla para ser homenajeado ayer dentro de las actividades de las Primeras Jornadas Internacionales de Poesía Latinoamericana; también recibió copia de la cédula real por parte del ayuntamiento de la ciudad de Puebla, y al final de la jornada y también como parte de este homenaje, el escritor Alejandro Palma dio lectura al poema “No me preguntes cómo pasa el tiempo”.

*Entrevista publicada en Intolerancia Diario el 13 de julio de 2006