miércoles, 21 de mayo de 2008

Quién dice sombra o los errores de una generación*


El escritor Pedro Ángel Palou, estuvo en el Salón Barroco del Edificio Carolino, para impartir una conferencia a alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAP, como parte del Tercer Encuentro de Estudiantes de Lingüística y Literatura; en la que habló sobre el papel del novelista como “ser humano solitario y reflexivo que se pregunta, no para hacer más inteligible el mundo, sino para ahondar en la perplejidad”.
Pidió también a los estudiantes, recordando la presencia de Xavier Velasco en este mismo encuentro, “no irse con la finta” de que la literatura no se estudia, se vive; y les aseguró que “la literatura sí se estudia y se estudia con seriedad” y que para ser un hombre de acción antes, los escritores como Hemingway, eran pilotos de guerra y cazaban leones en áfrica y ahora, otra vez en clara referencia al autor de Diablo guardián, “basta con cantar un rap”.

Es obvio quien es quien
Entrevistado al finalizar su charla con los estudiantes, Pedro Ángel Palou habló sobre Quien dice sombra, su más reciente novela, en la que habla de un grupo de escritores vencidos que no han logrado realizar una obra significativa y algunos ni siquiera publicar un texto.
Este grupo de escritores tienen su referente real en los que participaron, hace veinte años en el taller que Miguel Donoso impartía en la Casa de la Cultura de Puebla, y aunque los nombres están cambiados, dijo, “no es una novela en clave, porque es bastante obvio quien es quien”.

Pincelada autobiográfica
Sin embargo, la novela no pretende ser el retrato sociológico de una generación, “no me interesa mucho saber que ha pasado con el movimiento literario en Puebla porque en buena medida creo que no ha habido un movimiento literario en Puebla, ha habido creadores individuales, escribiendo obras individuales”.
Además, en la novela, “también hay una serie de ficciones alrededor; Vargas Llosa por ejemplo, siempre dice que todo novelista escribe novelas autobiográficas y que hay un elemento añadido, yo diría exactamente al revés, todo escritor tiene muchos elementos añadidos y le da una pincelada autobiográfica”.
En este sentido, indicó que “si bien los personajes que están en esa novela, tienen características similares a las personas, las personas no son culpables de lo que hagan los personajes dentro de la novela; muy pocas de las anécdotas son exactas o están contada por amor a la realidad, porque el novelista no debe tener amor a la realidad, debe tener amor a la verdad de las mentiras, la verdad de la ficción”.

Abreviar la vida
La historia de Quien dice sombra, se desarrolla, a la manera del Ulises de Joyce, en un solo día, el 8 de octubre de 1990, cuando este grupo de escritores se encuentra en una fiesta con su maestro, Miguel Donoso y “encuentran sobre todo, sus humanidades con él”.
Es por necesidad narrativa que muchas de las anécdotas reales tuvieron que ser modificadas, “es decir, si yo las hubiera contado como eran, no hubieran tenido el mismo peso ficticio, ni le hubieran dado la fuerza necesaria; toda la novela está construida de manera que al final llegues a una fiesta, para eso tiene que haber una gran intención vital en un único día”.
Dijo que la forma en que estas anécdotas están contadas “es una manera como de abreviar la vida y la biografía de cada uno de ellos en un único día, para construirlos de forma tal que cuando llegues como lector y lleguen todos a la fiesta, la tensión dramática de la novela sea tan fuerte que estés esperando que pase allí una especie de guerra fraticida entre los viejos compañeros del taller, ya no cuento más porque ese es el fin”.

El error de la generación
Pedro Ángel Palou aseguró también que la generación a la que pertenece “literariamente hablando, por haber estado en ese taller”, no por edad, porque se trata de escritores “diez o doce años mayores que yo” cometió un error y “fracaso terriblemente”.
Ese error fue “no formar jóvenes; se quedaron pensando que eran los poetas, los novelistas y los cuentistas de puebla y que lo iban a seguir siendo toda la vida, y en ese error llevaron su propia penitencia”.
Comentó que conocía incluso casos, “que no están por supuesto en la novela, de gente que sistemáticamente impedía que cualquier joven escritor tuviera acceso a lo poco que tenían de poder, que eran algunos medios de publicación en Puebla, y lo que ocurrió es lo que ocurre naturalmente, la gente va a publicar a fuera y la nueva generación es ahora una generación mucho más importante, tienes a gente que está haciendo cosas interesantísimas y que está publicando nacionalmente, algo que en mi generación era impensable”.

El crack
Respecto a su pertenencia al Crack y el escepticismo que provoca en otros escritores el hecho de que un grupo se auto proclame, aseguró que “en México siempre se pertenece a grupos pero no se acepta; no sólo literariamente hablando sino en todos los casos, hay masones que nunca dicen que son masones, hay escritores que pertenecen a un grupo y dicen ‘no, con Octavio Paz tenía una relación de amistad, nada más’ y realmente les mandaba y les decía lo que tenían que hacer, y contra quien tenían que actuar, es un problema más bien endémico del grupo literario en México”.
Afirmó que al anunciarse como grupo, “el Crack tuvo una enorme valentía que le costo mucho también, incluso muchos años de ostracismo, porque en México se ve con suspicacia; se piensa: ‘ah, es un grupo que quiere vender’, y aquí lo interesante no está en eso, querer vender como escritores es querer tener lectores; cosa que desde mi punto de vista no tiene el menor de los problemas”.

Vender libros, no imagen
Aseguró que para que un escritor sea exitoso no necesita convertirse en publirrelacionista, “hoy en día todos los escritores importantes en México tienen agentes literarios, el que hace las relaciones públicas es el agente, no uno; uno escribe un libro, se lo manda al agente y el agente hace todo el trabajo de gestión; después viene, como cualquier producto que sale a la venta, un periodo de mercadeo, en eso sí tenemos que estar presentes si queremos que el libro tenga algún impacto”.
Agregó en este sentido que hay escritores que “no sólo están haciendo relaciones, sino que están convirtiéndose en una imagen vendible; alguna vez, discutiendo con Elena Poniatovska decía, ‘lo peor que me pasó con el Alfaguara es que me sentía desodorante’, bueno, hay escritores a los que les encanta sentirse desodorante, y lo hacen con todo gusto; lo que venden no es una obra literaria, es su imagen pública”.
En ese sentido, aseguró que lo que buscan los miembros del Crack “es vender libros, no vender imagen; no veo yo a Jorge Volpi saltando arriba de esa mesa (la del Salón Barroco, la misma que durante su charla uso Xavier Velasco a manera de percusiones para cantar su rap), ni lo va a hacer nunca, está vendiendo lo que es él, un escritor y un intelectual.

La perversión del mercado
Agregó que “si juegas a la perversión es muy rápido pervertirse, pero puedes jugar las reglas del juego del mercado, porque al final de cuentas el libro es una mercancía, sin pervertir ni lo que está dentro del libro ni el propio proceso de promoción, porque es muy fácil caer en la otra tentación y cantar Rap”.
Agregó en este sentido que aunque las trayectorias individuales de los miembros del crack son muy distintas, “hay un criterio de ética del grupo, que si bien vende, vende libros, vende literatura, no vende imágenes preconstruidas”.
*Publicada en Intolerancia Diario

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