martes, 2 de diciembre de 2008

¡Feliz cumpleaños Marko!


Conocí a Marko Castillo a mediados de 2005. Yo trabajaba como reportera de la sección de cultura del diario intolerancia. Recuerdo haberlo visto varias veces en distintas actividades culturales y ruedas de prensa. Pero fue hasta que la orden del día me llevo al cierre de temporada de Yard Gal, obra dirigida por Marko Castillo, cuando verdaderamente lo conocí. Es decir, conocí al creador genial, al director de teatro, capaz de hacer de cualquier espacio un espacio escénico.
Lo conocí como dramaturgo a través de Loosers, como actor en La calle de las pasiones, como promotor teatral en la organización del Festival Héctor Azar. No había nada que Marko no hiciera por el teatro. También pude conocer, a lo largo de dos años y varias entrevistas, su manera de concebir la teatralidad.
En una de esas conversaciones Marko me dijo: “Yo debuté en el 75. Obviamente ha cambiado la forma de hacer teatro, pero lo que debe cambiar es la manera de pensar el teatro. Nosotros hacíamos teatro a contracorriente, conseguíamos espacios, hacíamos público. Ahora, por ejemplo, el condicionamiento es una característica de los grupos teatrales. Todos quieren un teatro armado, listo para trabajar”.
Recuerdo también estas palabras: “hace 32 años todo era entrega, pasión para el teatro, había madrazos entre gente de teatro, en el Teatro Principal, ahora es un pantano. En los 90 hubo un florecimiento del teatro independiente; se trabajaba en pro del teatro. Ahora ¾decía¾ no hay florecimiento de grupos, por qué, porque los egresados de las escuelas no saben trabajar. Cuando salen a la vida, pues tienen que aprender del teatro independiente, obvio. Son chiquitos, así que aprenden a chingadazos. Y si son licenciados en Teatro, o sea, conocedores de mucho, especialistas de nada, pues está más complicado: no son actores ni directores ni maquillistas ni escenógrafos, son licenciados en Teatro y eso es tan amplio como licenciado en comunicación. ¿O no?”.
Marko consideraba que la vía por la cual el teatro, fuera del ámbito comercial, se fortalece, es precisamente desde los grupos independientes y aseguraba que un elemento clave para que los grupos de teatro independiente se mantengan, es la tenacidad en el oficio. “No tenemos ¾decía¾ la capacidad de entrega ni de creer en este trabajo desde provincia y lo importante es que brote de provincia el teatro”
Marko fue siempre un teatrista comprometido con su lugar de origen, con Puebla, decía que era importante que los creadores poblanos se esforzaran por hacer crecer el movimiento del teatro local, y aseguraba que “en el teatro local, comparado con el resto del país, hay buen nivel. El problema es que no salimos, no hay intercambios, ni confrontación. Entonces, perdemos la referencia de lo que hacemos, pero hay buen nivel”.
Para Marko Castillo era importante “trabajar desde la independencia, ser autosuficiente y creer en ello como creadores, aunque lleve tiempo, eso incluye 32 años”, me dijo la última vez que lo entrevisté, en abril de 2007, después de haber sido homenajeado precisamente por 32 años de trayectoria teatral.
Marko era pues, un defensor del teatro independiente, decía: “esta forma de hacer teatro, la independiente, tiene la posibilidad de ser alternativo, porque el teatro comercial usa temas muy trillados, que ya son muy convencionales. Ya están tratados y simplificados, por eso el independiente es, a final de cuentas, el reducto que se puede tomar en la provincia”.
Quise compartir estas declaraciones de Marko, porque creo que en ellas se sintetiza de algún modo la tarea dejada por el maestro después de su muerte el 2 de agosto de 2007: sigamos trabajando con pasión, con verdadera pasión por el teatro, desde la independencia, explorando los temas en los que el teatro comercial no profundiza y que nos hablan de nuestra realidad, la realidad de la provincia mexicana, sí, pero también de la realidad de la condición humana.
Creamos en lo que hacemos, en el teatro hecho en Puebla, sin perder de vista lo que se hace en otras latitudes para que esto nos ayude a ser cada vez mejores, a que el público encuentre trabajos de calidad en los escenarios, porque esta es la única manera de que el público crezca.
Hoy, 2 de diciembre, Marko habría cumplido 51 años. Nos quedamos sin su presencia física pero nos quedan sus enseñanzas. Al final creo que lo arriba escrito, esta manera de concebir el teatro, podría ahora resumirse en una sola frase: sigamos el ejemplo de Marko Castillo.

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