miércoles, 21 de mayo de 2008

La literatura, otra forma de explicarse el mundo*

Fisico de profesión, maestro en Ecología y candidato a doctor en Filosofía de la Ciencia, Luis Felipe G. Lomelí es, además de científico, uno de los cuentistas jóvenes que mejor explora la condición humana y la influencia que tiene el contexto socioeconómico y particularmente la violencia en las relaciones interpersonales.
Como escritor, Lomelí obtuvo en 2001 el premio nacional de cuento San Luis Potosí con Todos los santos de California, libro que se convirtió en su primera publicación bajo el sello de Tusquets; en el 2004, recibió el Premio Edmundo Valadez con El cielo de Neuquén, cuento que forma parte del libro Ella sigue de viaje, su segunda publicación con esta editorial.
También en el 2004 fue parte de la primera generación de becarios de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de narrativa, lo que le permitió centrarse durante un año en la creación literaria; sin embargo, sus logros en este ámbito no lo alejan de sus intereses científicos.
En esta entrevista, Felipe G. Lomelí habló sobre esta dualidad en su quehacer, de la literatura como una forma de expresar su preocupación por la realidad social, sus influencias literarias y los diálogos que pueden establecerse a través de la literatura.

Ciencia y literatura
―¿Qué fue primero, la ciencia o la literatura?
―La ciencia. El gusto por la ciencia nace de la curiosidad, de preguntarle a mi papá por qué el cielo es azul y por qué el mar es saldo; a cierta edad la curiosidad es sobre otros temas, en la secundaria me empieza a gustar una chava y la ciencia no dice nada, de allí es el salto a la literatura.
―Después de los premios y la beca, pensaste en algún momento dejar la ciencia para dedicarte de lleno a la literatura.
―Sí lo he pensado pero luego no puedo; de hecho lo he pensado en los dos sentidos, dejar la literatura y dedicarme a la ciencia, pero tampoco puedo, no se puede dejar la literatura es como una necesidad.
―¿Y la ciencia?
―La ciencia es la ideología más poderosa de los últimos doscientos años por lo menos, es tan poderosa que ni siquiera concebimos que sea ideología, creemos que es lo que es, y es ideología. Las feministas son las que han tenido una crítica mucho más severa, más lúcida sobre como se maneja la ciencia como ideología para decir que la mujer es inferior, que el embarazo es una enfermedad --‘ya te aliviaste’--; y luego esto pasa al lenguaje popular y concebimos las teorías de los científicos como una verdad; muchos literatos lo toman como una verdad, utilizan metáforas de la ciencia para hacer literatura y a veces lo único que se hace es perpetuar una mentira. También se da, que es otra maravillosa ideología en la que se basa la ciencia, que es la ideología de la razón, que si algo es racional y es lógico, ergo es cierto, y ni siquiera nos detenemos a veces a pensar que Hitler era perfectamente racional, o que la eugenesia y andar castrando gente era muy racional. Entonces, lo bonito de estar en la ciencia es esto, ver como se construye esta ideología.
―¿No te sientes dividido?
―Pues sí, es complicadísimo. Cuando terminé la maestría y me quedé sin chamba, todavía no me daban el premio de San Luis, dije ‘voy a dar clases, así me va a dar tiempo de escribir y leer’; empecé a dar clases de ecuaciones diferenciales, era un soberano relajo cambiar el chip de estar pensando en integrales y luego tratar de escribir; a la hora de la hora escribí muy poco. Es complicadísimo pero ahí va.
―Te lo pregunto porque la mayoría de los literatos piensa que para hacer algo con las letras hay que aventarse de lleno.
―Sí, hay que aventarse de lleno a algo, en mi caso, es aventarme de lleno a entender que fregados pasa, que sucede con el mundo, y tanto la ciencia como la literatura me dan la manera de tratar de entender.

La ciencia no basta
―¿La ciencia no basta para entender?
―Esas cosas que dicen, que todo puede ser modelado matemáticamente, no es cierto; las ecuaciones no sirven para representar porque a uno le dolió más cuando lo trono una pareja que cuando lo tronó otra; eso nada más se puede platicar y de eso se trata la literatura según yo, de contar lo que me sucedió, o lo que le pasó a tal compa, y en ese diálogo uno se encuentra. Los resultados de la ciencia tienen muy poco que ver con la humanidad, la humanidad entendida como toda esa carga de sentimientos. La ciencia tiene que ver con la secreción de tal o tal glándula, con el nivel de hormonas que tienes, pero no con cuanto te gustó.
―¿Y la filosofía?
―Es muy chistoso, porque la filosofía habla muy bien de varias cosas, pero de lo más atroz, de lo más duro, es incapaz de hablar; de la guerra nunca habla, en cambio sí hay mucha obra artística que habla de la guerra. Son distintas maneras de acercarse al mundo. La literatura es otra forma de explicarse el mundo, de representarte la realidad.

Talleres, concursos y becas
―¿Cómo fue tu formación literaria?
―He estado en talleres, por suerte siempre me becaban, de hecho nunca pague; estuve con gente que no se conoce acá, gente de Monterrey, como Agustín García, Pepe Quintanilla, Felipe Montes; luego empezaron a ir gente más conocidita para allá, Rafa Ramírez Heredia, José Agustín, Ana Clavel; iba a todos a ver que aprendía, de todos se aprendió harto y luego en la fundación, era a fuerza.
―¿Qué significo la beca de la Fundación para las Letras Méxicanas?
―El limbo, porque tienes la manutención, tienes tiempo para ver, para nada más estar viendo, ver a la banda y andar alucinando cosas, y la convivencia con otras personas que andan en lo mismo de ‘yo quiero escribir y escribo muy mal’, ‘yo también, a ver como le hacemos’.
―¿Crees en los talleres?
―Creo que se aprende de todo, es cuestión de tener buena voluntad. Pero si nada más lees o nada más vas a los talleres y jamás sales a la calle no creo que se haga mucho.

Observador del mundo
―¿Hay que ser un observador del mundo para escribir?
―Igual que el científico
―Hace un momento decías que sólo el arte habla de lo atroz ¿Tus cuentos hablan de lo atroz?
―Hablo de lo que me gusta y de lo que me duele. En el caso de Ella sigue de viaje, el libro salió mucho de cuando estuve viviendo en Colombia, como cuatro meses en el 2001 por una beca de la OEA, pero me parecieron como tres años; me sorprendió mucho la manera en que eran diferentes las relaciones amorosas en una sociedad con una violencia mucho mayor a la de acá; que ya no era lo que decía Fernando Vallejo, él lo citó muy bien en la época de oro de los sicarios, pero de todos modos la conciencia de la muerte está muy presente; por lo que, como uno sabe que se puede morir en la siguiente media hora, o al siguiente día, las relaciones son mucho más rápidas; me sorprendió cómo el entorno modificaba las relaciones de pareja, a fin de cuentas es lo peor que puede suceder, que la violencia del estado se te meta hasta en la cama.
―¿Tienen algo de autobiográfico?
―Si fueran autobiográficos mi vida sería muy divertida (ríe), y es muy aburrida, lo peor que me ha pasado es que se me perdió un libro una vez.
―Pero sí partes de experiencias personales.
―No hay otra manera, porque al final de cuentas uno parte de lo que ha vivido de la gente que conoció, de los amigos, de las cosas que suceden en la calle, de las pláticas de la banda. El libro anterior que era de narcos (Todos los santos de California), se me empezó a ocurrir viajando de Topolobampo a la Paz en barco, estaba jugando dominó con un par de traileros que traficaban camarón; luego llegó un narquito menor y se sentó allí en la mesa; este se convierte en el personaje principal del libro, que va creciendo a través de los cuentos, de ser un narquito panguero, a ya ser un buen narco, exitoso y emprendedor, con congal en los Cabos y todo. De hecho parece novela.

Novela vs. Cuento
―¿Has escrito novelas?
―Empecé escribiendo novela, pero las novelas me salieron muy mal, ni siquiera pasar la pena de llevarlas a una editorial; entonces cuento, lo bueno es que lo termina uno mucho más rápido; de entrada para encontrar todos los lugares y puntos clave en una novela entre tantas cuartillas es mucho más complicado, entonces, sí uno tiene mala memoria es mejor escribir cuento que escribir novela.
―Pero se publican más novelas que libros de cuentos.
―Sí, es cierto; a mi me sorprende que nada más me hayan publicado libros de cuentos; pero se me hace raro que se publiquen más novelas, supuestamente todos andamos con prisa, se debería leer más cuento porque lo lees más rápido.
―Entonces no escribirás novelas
―Sí, de hecho tengo dos novelas en borrador; una en borrador final y una en tres cuartas partes, la que va en tres cuartas partes sucede en Colombia, que no me la puedo quitar de la cabeza, y trata de todo el proceso de un mexicano que va a Colombia y primero es el shock de la violencia y se quiere ir y después empieza a notar que Colombia, a parte de ser un catalizador de la violencia, por la violencia misma de todos los grupos armados, también cataliza todas la pasiones, cataliza el amor, el cariño, y esa ahí y va; la primera parte es autobiográfica la segunda ya no. En la otra, por primera vez los personajes son físicos, trata sobre la locura; ahí la bronca es que como se ha escrito tanto y tan bien…, pues ahí va también; es sobre una amiga que somatizaba la locura, como los asmáticos que luego viene el miedo de ‘me va a dar un ataque, me va a dar’ y llega el ataque más por el miedo de que le va allegar el ataque que por el ataque y en el caso de la locura es igual, no de la locura de ‘ay, estoy bien loca’, sino de la locura neta.

Realidad social
―En los cuentos que has publicado hasta ahora hay siempre una visión del mundo relacionada con la violencia, con el contexto socioeconómico de los personajes; ¿es la literatura es una manera de mostrarle al lector la realidad social?
―Sí, aunque no necesariamente tenga que serlo, en mi caso sí lo es. Respeto muchísimo a la gente que como Fernando Vallejo (dice): ‘yo voy a hablar de mí’; perfecto. O la banda que se pone a escribir sobre cuestiones fantásticas que poco o nada tienen que ver con realidad social, como muchos de los cuentos de Cortazar, a mi me parecen maravillosos; la literatura puede abordar un montón de cosas, en mi caso si me llama más por la realidad social; aunque normalmente en la literatura que se vende como fantástica hay una crítica social tremenda, desde el ciber punk hasta Los viajes de Gulliver, hay una crítica tremenda.
―¿Qué critica tu literatura?
―En Todos los santos de California el tema que une los cuentos es la impunidad, la impotencia de la gente que no tiene poder ante las cosas, las aberraciones que hace la banda que sí tiene poder, que en este caso es el Narco, los ecologistas, el gobierno central, que llegan y deciden lo que se haga con Baja California Sur sin importar de que viva la gente. En el caso de ella sigue de viaje hay un tema que faltaba en todos los santos que era el amor, chingá, y que va en torno a relaciones amorosas pero al final de cuentas está este asunto de la impotencia de la gente ante los trastornos que suceden a fuera de lo publico, y como se meten en lo privado y que puede ser desde violencia espectacular como un coche bomba; o la de la nota roja, de los golpes; hasta una política del FMI que a fin de cuentas también es violencia porque entra, destroza la economía y le cambia la vida a todo el mundo o como aquí en el error de diciembre que sobrevinieron una cantidad de divorcios, suicidios, entonces si hay este asunto de qué onda con nosotros que no tenemos el poder, que nos pasa cuando deciden sus cosas estos señores.

La literatura es un diálogo
―¿Cuáles son tus influencias literarias?
―Yo creo que la más choncha es Nadine Gordimer, la Premio Novel sudafricana, me encanta la morra, lamentablemente casi no hay nada en español, pero lo bueno de la frontera es que siempre tienes un compa que puede cruzar al otro lado y comprar. Cuando yo empecé a leer a Nadine Gordimer, empecé a darme cuenta de muchas cosas que sucedían en México, con mucho mayor claridad, como el racismo, el clasismo; luego me enteré por una entrevista que Nadine se empezó a dar cuenta con más claridad de la realidad sudafricana leyendo autores mexicanos, entonces fue así de wow, sí hay un diálogo, sí podemos platicar aunque no nos conozcamos, y por supuesto a la hora de leer estás platicando con alguien.
―¿Platicas con escritores latinoamericanos?
―Me gustan muchísimos, de muchos he aprendido hartas cosas, ahorita estoy leyendo más literatura árabe y africana, pero de América hay cualquier cantidad, Cortazar me gusta bastante, Borges, Laura Restrepo, Daniel Sada que es fantástico, Cristina Rivera Garza, Parra, cualquier cantidad; y bueno, todos los de a fuerza, los jalisquillos, por supuesto me encantan Juan Rulfo, Arreola, Yañez.
―¿Lees a tus contemporáneos?
―Leo poca literatura en general, me gustaría leer más; leo poquito porque igual como me dedico a otra cosa, y todos los gremios son super cerrados, si no estás leyendo a todos los que tienes que leer del gremio, ya como que no encajas y como hasta ahorita me pagan por lo otro, por hacer ciencia, pues sí tengo que estar más al tanto de la ecología, de los autores de ecología y todo.
*Pueblicada en el suplemento Fronda del Diario Intolerancia el 21 de mayo de 2005

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